lunes, noviembre 12, 2007

Se avecina una tormenta.

Ahora comienzo a entender el porqué a principios de año tenía la necesidad urgente de salir de vacaciones, tomar un descanso de meses para poner orden a mi vida personal y recargar pilas. Pensé que era porque habría un cambio en mi vida que me exigiera mucho de mi, pero pensé que sería de manera profesional, intelectual o algo por el estilo.

Ahora veo que no, que es muy posible que regrese nuevamente al maldito banco español.

El fin de semana no fui a Pueblétaro, para asimilar las nuevas malas noticias. La que cambiaran nuevamente mis planes en la vida (bien dicen eso de que “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”); ahora tengo que prepararme de manera física, mental y emocional para los años siguientes. Sé que tendré muchas noches de desvelos, mucho sufrir y posiblemente una operación quirúrgica, espero que esto último no me suceda.

Ya les estaré posteando poco a poco el desarrollo de esta tormenta que siento que viene, como cuando la vez a lo lejos, sus nubes oscuras y relámpagos, el viento que te da en la cara al mirarla y saber que dentro de poco llegará en el sitio dónde te encuentres. Te da un poco de miedo el simple hecho de verla en la lejanía. Pero estoy consiente que estas vacaciones no fueron solo por gusto, sino para haber acumulado la fuerza necesaria para afrontarla.


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